Les dejo algo más. En serio gracias por sus comentarios, por lo menos se que a alguien le parece bueno lo que hago;- Voy a seguir escribiendo; & espero que no les canse jaj.












2- Redonda
No era casi mediodía del domingo y la avalancha de hojas para estudiar me volvía loca. En verdad, el estudio era una manía para no tener que compartir situaciones de familia, que si bien tendría que apoyarlos en ciertos aspectos, no eran de mi interés. Volcaba palabras sacadas de esos tortuosos libros que con tanto trabajo devoraba para exprimir su contenido. No soy ni fui nunca buena alumna, suponía serlo. Me trataban como si fuera una más, pero yo sabía de mi inteligencia. Sabía que tenia mucha más intelectualidad que cualquiera de esos con los cuales compartía las clases, que no todos, pero si algunos, podían notar la falta de uso mental. Yo lo hacía a propósito y me gustaba. No quería etiquetarme como NERD, odiaba esas etiquetas que al final de año, te postulaban directamente a las codiciadas medallas de curso. No era estrellita de oro, y para apagar ese ego, trataba de ponerle menos interés. EL colegio era, sin más aclaración, un centro de mi predilección para excluirme de ciertas situaciones. No había tenido tiempo antes de estudiar, cosa que no me importaba en lo más mínimo, pero quería que mis viejos no sufrieran un shock. Y digo esto porque mis notas habían bajado considerablemente. Siempre me había ido bastante bien, pero ese año se había convertido en el peor en todos mis años. Se suponía que pagaba un colegio( cuya cuota no era barata) para que me fuera bien, y tener aptitud en las carreras próximas. Yo reconocía mi bajo desempeño, y además, lo justificaba con mi ansiedad por no ir más. No tenía verdaderos amigos, los profesores no me registraban, los chicos miraban a aquellas que se destacaban por "dejarse" en alguna forma, o a las más flacas de cuerpos mas vuluptuosos. Odiaba todo de ese colegio, menos la biblioteca. Era el único lugar en el que sentía lo que era la paz. 15 años de mi vida en ese establecimiento, y jamás se me había dado por acercarme a ese lugar. Se me hacía algo espantoso, tantos bobos corriendo cosultando libros, como hormigas silenciosas. Ahogados en silencio. Le tenía tanto miedo, que aunque por hacer un favor y buscar o devolver un libro, me resignaba al decir no. Asi, no. No a nada que tenga que ver con ese lugar. Hasta que a los 14 pasó. Abrí la puerta, y ahí me encontré con algo completamente distinto a lo que mi pensamiento figuraba. Un lugar con gente y a la vez solitario, pero ahogado del silencio mas placentero del mundo. Nadie te miraba, no te sentías señalada, no te permitía pensar en nada, y eso era lo que necesitaba. Camila, Camila. Susurré el nombre de Camila por momentos, en soledad. Camila, mi única amiga, hubiera soñado con estar ahí tanto como yo, descubriendo eso que tanto temíamos. Maldecí esa distancia que nos separaba por muchos años, desde que se fué en ese avión, allá, a Canadá, y solamente ahora escucho su voz apagada por teléfono. No se tanto sobre ella. Que excluída me siento ahora. Todos esos bobos con sus libros, con sus lapiceras y cuadernos, yo sola ahí adentro, pérdida, Camila lejos, allá quien sabe donde, tal vez con más libros a su alrededor, y bibliotecas que conoció sola, sin mí. Me sentí dolida. No era explicable. Más me adentraba en ese lugar, más crecía la ira de soledad. Pero en resumen de cuentas, era mi lugar. Ahí me sentaba, y miraba el techo. Por horas, por largos recreos. Las otras cuatro seguro estaban abajo de los árboles, hablando de que ropa se iban a poner esa tarde después del colegio. Seguro. Pero mi incredulez me hacía pensar en que extrañaba tanto a Camila, que necesitaba algun desahogo, por eso me juntaba con ellas. Por eso las invitaba a casa, o siemplemente, se invitaban solas. Para sacar ese vacío intermitente. Buenos Aires, Camila, tontas, bobos, yo. Prioridades y formas de ser que me volvian aún mas loca. Una loca que cada vez pensaba con quién hablar, Camila se había ido, no la iba a poder traer, tampoco iba a volver a escuchar su voz diciéndome que tenía que aguantar un poco más, o que tenía que levantarme porque se nos hacía tarde para handball. Esa Camila, mi mejor amiga, tan lejos. Y acá yo, un espiral de emociones y odios florecientes. Fosforescente y redonda. Yo.